La viruela del mono se trata de un virus que pertenece a la gran familia de poxvirus, de la que forma parte la viruela humana (aunque es menos grave, transmisible y mortal y la cual se erradicó con la vacuna en los años 80).
Este patógeno endémico de África es zoonótico, es decir, que compartimos los humanos con otros animales vertebrados. Puede transmitirse de monos a humanos por contacto estrecho. Una vez que el virus ha saltado a nosotros, nos podemos infectar a través de fluidos corporales, como ha sucedido en los brotes que se están dando en Europa. En concreto, se ha manifestado en hombres homosexuales, aunque esto no significa que no se pueda transmitir entre hombres y mujeres, además de por contacto directo con animales exóticos.Asimismo, la infección se puede producir mediante el contacto con la piel de una persona que presenta una erupción cutánea como consecuencia de la enfermedad. Las gotículas respiratorias también pueden ser responsables de un contagio si se convive de manera muy estrecha con una persona infectada. Eso sí, a diferencia de la Covid-19, en este caso no se hablaría de transmisión respiratoria.
El coronavirus se contagia fácilmente por el aire y este virus es más por contacto, por lo que es mucho más complicado de transmitir. Además, es un patógeno de ADN, es decir, que no va a mutar tanto como el Covid-19.
Los principales síntomas de la viruela del mono son:
– Erupciones cutáneas bastante llamativas y con cierto contenido de pus. La peculiaridad de este virus es que dura un tiempo. Se puede estar hasta dos semanas con la aparición y desaparición de las vesículas. Algunas se resuelven y otras aparecen hasta que, finalmente, cicatrizan todas por completo. La erupción a menudo comienza en la cara y luego se extiende a otras partes del cuerpo. Va pasando por diferentes etapas antes de formar una costra.
– Inflamación de los ganglios. En este sentido, este signo diferencia a este patógeno de la viruela humana.
Entre otras manifestaciones más generales de la enfermedad y que suelen darse antes de la erupción cutánea, se incluyen:
– Fiebre.
– Dolores musculares.
– Cansancio.
El tiempo de incubación dependerá de la persona infectada, de la dosis recibida y de su sistema inmunológico. Teniendo en cuenta estas variables, el periodo de incubación generalmente dura entre una y dos semanas, aunque está establecido que puede variar entre los 5 y los 21 días.
A pesar de que con el aumento de casos puede aparecer sintomatología desconocida, el pronóstico suele ser bueno y, después de esas dos semanas de enfermedad, la respuesta inmunológica suele ser efectiva.
Además, seguramente, las personas afectadas sean menores de 50 años, pues aquellos que superan esta edad están protegidos con la vacuna de la viruela que, en teoría, protege muy bien de este virus.
Estos pequeños brotes que se han dado primero en Reino Unido, Portugal y ahora España, generan una preocupación “bien entendida”, en el sentido de que es normal estar en alerta ante la aparición de un patógeno del que todavía no se conoce el impacto que pueda tener en el entorno ni cómo se va a comportar.
De momento, la preocupación no va más allá de la vigilancia epidemiológica de los organismos oficiales. Actualmente no hay tratamiento para combatirla, solo paliativo. Hay algunos antivirales específicos, pero dado que es una enfermedad excepcional en el humano no hay estudios bien desarrollados o con un número suficiente de pacientes para determinar el tratamiento.
Fuente: Cuidate Plus