domingo , diciembre 8 2024

La navidad, el arbol y el solsticio

Radio Estación Luján

Cada 8 de diciembre los cristianos arman en su casa el árbol de Navidad junto al Pesebre, pero pocos conocen sus orígenes.

En Argentina usamos pinos artificiales, le colgamos adornos y luces para comenzar a vestir nuestro hogar con el espíritu navideño, intentando recrear con esta tradición una atmósfera de paz y amor, mientras esperamos la fecha más especial que llega el 25 de diciembre con la Navidad.

En Europa y América del Norte estos árboles suelen ser pinos naturales, algunos los decoran con esferas, moños, velas y también con dulces. Asociamos fácilmente la representación del nacimiento de Jesús con las piezas del Pesebre, pero: ¿por qué armamos un pino y lo decoramos para Navidad? Te contamos la historia…

El origen del árbol de Navidad

Según los historiadores, el cristianismo adoptó y transformó costumbres paganas relacionadas con el culto a los “árboles sagrados”, y así nació el pino decorado de Navidad. Existen varias leyendas e historias sobre tradiciones con árboles como símbolo de “vida eterna y fertilidad”.

Por ejemplo, se habla de costumbres ancestrales como la de los babilonios, quienes cortaban un árbol, le colgaban adornos, e incluso le dejaban regalos debajo de él. Por otro lado, eran los celtas quienes decoraban cada año al comenzar el solsticio de invierno (diciembre, para el hemisferio norte), un roble con frutas y velas, como una forma de vivificar el árbol y asegurar el regreso del sol y de la vegetación en los meses siguientes.

Cuenta la leyenda, que en el siglo VIII había un roble consagrado a Thor en la región de Hesse, en el centro de Alemania. Cada año, durante el solsticio de invierno, se le ofrecía un sacrificio, según detallan en Historia de Nat Geo. Alrededor del año 723, el misionero inglés San Bonifacio se encontró allí con unos paganos que preparaban el sacrificio al pie del árbol. Bonifacio clavó su hacha en el árbol y, al no ser abatido por su dios, proclamó que una planta de hoja perenne cercana era su “árbol sagrado”.

Un abeto representa la vida eterna porque siempre está verde.

El evangelizador taló el árbol ante la mirada atónita de los lugareños y, tras leer el Evangelio, les ofreció un abeto, un árbol de paz que “representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes” y porque su copa “señala al cielo”: sería nuestro actual pino de Navidad. Según la Enciclopedia Británnica, desde ese momento empezaron a talar abetos durante la Navidad y por algún extraño motivo se colgaron de los techos. Este libro respalda que los árboles de hoja perenne pasaron a formar parte de los ritos cristianos en Alemania.

¿Por qué decoramos el árbol de Navidad?

En la era medieval, durante la fiesta religiosa de Adán y Eva, el pueblo alemán colgaba manzanas en lo que llamaban el “árbol del paraíso”, cada 24 de diciembre (casualmente en el solsticio, que es víspera de Navidad). A esta planta conmemorativa también se le colgaban hostias, como signo cristiano de la redención con la intención de representar el Jardín del Edén, según afirman en también en Britannica.

Los pueblos que fueron evangelizados tomaron la idea del árbol para celebrar el nacimiento de Cristo, y a las manzanas que simbolizaban el pecado original y las tentaciones, las reemplazaron con el paso del tiempo por esferas y otros tipos de adornos también comestibles, como galletas de distintas formas.

En cuanto a las luces que adornan el árbol navideño, cuenta la historia que, el teólogo Martín Lutero vio el espectacular brillo de las estrellas de la noche invernal reflejarse sobre estos árboles, centelleando, por ese motivo quedó impresionado y puso velas sobre las ramas de un árbol de Navidad inspirándose en aquellos destellos. Popularmente se le atribuye al reformador protestante, Lutero, la idea de haber puesto velas en el árbol de Navidad, que representan la luz de Jesucristo, como la luz del mundo. Con el paso del tiempo las velas se cambiaron por luces.

Explicamos que las esferas decorativas que usamos actualmente son las sustitutas de las manzanas, pero investigando un poco más sobre la connotación que fue tomando ese adorno con el tiempo, simboliza los dones que Dios les da a los hombres. Dependiendo del color tienen un significado: las azules hablan de arrepentimiento, las rojas de peticiones, las doradas son alabanzas y las plateadas el agradecimiento.

Por otro lado, vimos que las luces representan la luz de Jesucristo, la gracia divina y también tienen el sentido de iluminar el camino de la fe. Los moños y cintas manifiestan los lazos familiares, la unión y presencia de las personas queridas. Los angelitos que colgamos en el árbol son los mensajeros entre los hombres y el cielo, su papel es de protección.

Finalmente está la estrella, siempre se coloca en la cima del árbol y representa la ‘Estrella de Belén’, es la guía de la fe. En una próxima nota de Meteored Argentina profundizaremos sobre ella.

Los angelitos que colocamos decorando el árbol cumplen un rol de protección.

De Alemania al mundo

Como vimos, los germanos decoraban un roble pagano, lo hacían con antorchas para celebrar el solsticio de invierno y bailaban a su alrededor. Dicha costumbre, fuertemente arraigada al territorio teutón, se expande por el mundo con el correr de los años.

Según historiadores existe un manuscrito de 1605 que dice: “En el sudoeste de Alemania y Alsacia en Navidad se preparan abetos en los locales de Estrasburgo, adornado con rosas hechas con papeles multicolores, manzanas, hostias, golosinas”. Esta festividad se hizo dominante en occidente y muy popular a fines del primer milenio.

En el siglo XVIII, la tradición ya estaba bien extendida entre los luteranos germánicos. Luego llegó a Inglaterra, donde el árbol de Navidad obtuvo gran difusión gracias a la reina Carlota, princesa de un ducado alemán que se casó con el rey Jorge III, llegando así a la casa real este destacado adorno festivo para los cristianos.

En 1848, la reina Victoria y el príncipe Alberto posaron como familia real alrededor de su árbol de Navidad y la imagen fue publicada en The Illustrated London News. Los monarcas británicos llevaron al éxito rotundo de popularidad a este adorno navideño, convirtiéndose pronto en una tendencia mundial, hasta el día de hoy.

Saltando casi 100 años, en la década de 1930, salió la producción en masa de los árboles de Navidad elaborados en plástico con armazón de aluminio. Los cuales comenzaron a hacerse muy populares porque son una solución ideal para aquellos ciudadanos que viven en países en los que no se consiguen naturales, o que no consideran práctico, ni amigable con el ambiente.

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