Destinos para disfrutar de la gastronomía criolla

Las ciudades de Navarro y Junín de la provincia de Buenos Aires son una nueva opción para disfrutar de la gastronomía criolla.

Ambos destinos proponen un viaje en el tiempo con escenarios de batallas, leyendas e inmigraciones. Asimismo, invitan a recorrer sus paisajes naturales, sus lugares emblemáticos como almacenes y pulperías, degustar exquisitos manjares de elaboraciones campestres y gastronomía criolla.

Por un lado, la ciudad de Navarro se encuentra a 125 km al suroeste de la ciudad de Buenos Aires. Desde la zona Oeste, se puede llegar utilizando el Acceso Oeste de la provincia hasta llegar a la Ruta Provincial 47, altura Luján km 110, y continuar por esta hasta la Calle 47 que es la del ingreso a Navarro.

El distrito también integró una ruta gauchesca, hoy leyenda popular. Juan Moreira, el gaucho de las pampas bonaerenses, una mezcla de guardaespaldas, batallador, misterioso, guitarrista y político del siglo XIX, fue referente del pago. Allí, se pueden encontrar almacenes y pulperías, testigos de estos hechos, funcionaban como postas de diligencia para servicios de transporte con correspondencia, encomiendas y pasajeros.

En estos viejos almacenes sirven los tradicionales vermús con galletas de campo salames y quesos realizados en la zona, degustar platos y comida tradición. El almacén de ramos generales “La Protegida”, tiene las huellas de aquel pasado, con un patio familiar, habitaciones de la vivienda original y colecciones de todos los rubros: comestibles, bebidas, juguetes, librería, bazar y documentos de más de medio siglo. Un espacio donde se pueden degustar exquisitos manjares que se ajustan al espíritu del lugar en gastronomía.

Por otra parte, Junín está a 266.7 km desde la zona oeste del Gran Buenos Aires, a la cual se puede llegar por Ruta 7, también se puede ir en micros de larga distancia o en tren desde la estación Retiro con el FFCC San Martín. Este destino invita a deslumbrarse con inmensos espacios verdes para descansar, disfrutar del aire libre, pescar y desarrollar actividades náuticas.

La ciudad cabecera combina construcciones antiguas del siglo XIX con modernas edificaciones. Cerca de allí, la localidad de Agustín Roca cobra protagonismo con el almacén de ramos generales La Casona de Roca, donde se pueden degustar una buena gastronomía con los mejores fiambres caseros y revivir el legado de los inmigrantes Picchi, quienes llegaron a la zona en 1880 desde el norte de Italia.

Esta tradición familiar, transmitida por generaciones, comenzó su historia con los primeros fríos, cuando se preparaba la masa para el salame junto con un gustoso vino tinto. Además de salar la pata, se la dejaba reposar varios meses hasta que se transformara en un excelente jamón. Además, para coronar estas delicias, ofrecen flan casero con crema o dulce de leche y postre borracho. En invierno sirven mini pastelitos con café.