La familia, sea cual sea su conformación, es el grupo social primario por excelencia donde se inicia el proceso de socialización que es luego complementado por la escuela y otras instituciones propias de la niñez. El entorno familiar es el espacio donde se producen los primeros y más potentes intercambios afectivos, imprescindibles, para el desarrollo armónico de todo niño/a.
La Convención sobre los Derechos del Niño consagra el derecho de cada niño/a a tener una familia. Sin embargo, existen situaciones en las que ese espacio, que debiera ser de protección, afecto y cuidado, se torna perjudicial para la integridad de los niños/as.
Actualmente, en nuestro país, y con una importante deuda estadística al respecto, hay, por lo menos, más de 9.000 niños, niñas y adolescentes que están privados del cuidado familiar[i] como medida para preservar su integridad. La mayoría de ellos a causa de violencia. Esto significa que los adultos responsables de su cuidado infringieron malos tratos traducidos en diferentes manifestaciones de violencia.
Crecer sin posibilidad de ejercer el derecho a vivir en familia es una vulneración severa que sufren los niños/as e impacta directamente en sus posibilidades presentes y futuras de desarrollo y supervivencia. Crecer fuera del marco familiar implica además una exposición a mayores riesgos y situaciones de vulnerabilidad.
El 15 de mayo se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de las Familias y es el contexto ideal para visibilizar esta problemática. El entorno familiar protector, afectivo y motivador es lo que cada niño/a necesita para crecer dignamente y alcanzar el desarrollo integral. Un contexto familiar de buen trato naturalizado en la cotidianeidad, permitirá sentar las bases de la seguridad que todo niño/a necesita para desenvolverse en el mundo.
Ofrecer seguridad implica sentirse a salvo, de lo inesperado y de un mundo externo que desconoce. También, significa estar protegido de los propios impulsos y contar con la posibilidad de aprender, a través de la puesta saludable de límites, lo que está bien y lo que está mal. La afectividad es entonces la condición necesaria e imprescindible.
En Aldeas Infantiles SOS hacemos posible que miles de niños crezcan en entornos familiares. Lo logramos a través del apoyo y fortalecimiento de las capacidades de cuidado y protección de las familias para que se mantengan unidas. Además, brindamos entornos familiares de protección y desarrollo para aquellos niños, niñas, adolescentes y jóvenes que por diferentes motivos perdieron el cuidado familiar.
El desafío que como sociedad tenemos está puesto en las familias y en las políticas públicas orientadas a acompañarlas. El Estado debe asumir el reto de protegerlas a través de políticas públicas que brinden la asistencia necesaria para asumir plenamente sus responsabilidades de cuidado y protección dentro de cada comunidad y como ámbito fundamental para el pleno desarrollo de todos sus integrantes.
El compromiso de cada uno es necesario en nuestro país para que cada niño/a pueda vivir resguardado y en pleno ejercicio de su derecho a vivir en familia.