Almacenes y pequeños autoservicios no se ven alcanzados generalmente por acuerdo de precios estériles que las administraciones intentan poner en funcionamiento y por ello quienes se ven perjudicados son los sectores de bajos recursos que terminan abonando hasta 167% más que en las grandes cadenas.
La brecha de precios entre las grandes cadenas y los autoservicios chinos o almacenes suele ser habitual, ya que las primeras tienen mayor poder de negociación con los proveedores. Sin embargo, en los últimos meses, sobre todo desde la implementación de los programas que fijan los precios, esa diferencia de valores se fue agrandando.El Gobierno promociona Precios Justos como una manera de cuidar el bolsillo de la gente. Sin embargo, los consumidores de poder adquisitivo medio y alto son los que compran en las grandes cadenas de supermercados, mientras que aquellos con menor poder adquisitivo suelen hacerlo en los pequeños comercios de barrio, donde el programa Precios Justos no está vigente.
Del relevamiento de precios mostrado en el grafico, surge que hay productos que cuestan hasta 167% más caro en el mercado de cercanía, como es el caso de una botella de agua con gas, baja en sodio, de un litro y medio. En el programa Precios Justos, esa botella vale $100,96, pero en el comercio cuesta $270.
La diferencia de precios también se ve en la compra de una bolsa de arroz de 500 gramos, donde el programa fija el valor en $119 y el comercio la vende a $200 (68% más caro), o en los fideos coditos, que cuestan $250, cuando en Precios Justos está fijado en un valor de $189,29 (32%).
En teoría, los comercios de cercanía también iban a participar del programa Precios Justos, como se anunció cuando se presentó en noviembre pasado, en el Centro Cultural Kirchner, pero, en los hechos, los controles para verificar el cumplimiento solo rigen para los supermercados líderes (el llamado grupo de los seis: Carrefour, Coto, Changomás, Día, La Anónima y el grupo Cencosud, que incluye a Jumbo, Disco y VEA).
En las grandes cadenas, además, los supermercados suelen ofrecer medios de pago con tarjetas de crédito y, en algunos casos, en cuotas, que son formas de pago más favorables en épocas de alta inflación, a diferencia de los comercios chicos, donde solo aceptan tarjetas de débito.