Salud
Cómo diferenciar una hinchazón de inflamación intestinal

No es lo mismo tener la panza hinchada que inflamada, pese a que muchas veces los términos se usen en forma indistinta. Tampoco hacen referencia a la misma patología el síndrome de colon irritable y la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), aunque se las suela confundir.

La EII es un grupo de enfermedades poco frecuentes, autoinmunes y crónicas, que provocan un gran impacto por sus dolorosos síntomas y las complicaciones que pueden provocar si no son detectadas y tratadas oportunamente. Agrupa a la enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa y colitis indeterminada. Aparecen principalmente entre los 15 y 35 años, pero también se dan en chicos, en quienes muestran su cara más severa.

No son contagiosas, ni están relacionadas con el estrés o la alimentación. Como en toda enfermedad autoinmune, es el propio cuerpo atacándose a sí mismo. Sus causas siguen siendo un enigma pese a que fueron descriptas hace casi un siglo. No obstante, se cree que en su origen hay un componente genético y un desencadenante ambiental.

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Se trata de enfermedades que tienen muchas similitudes, por lo que a veces se dificulta distinguirlas. Se presentan con dolor abdominal, diarrea persistente prolongadas durante más de un mes, urgencias y/o incontinencias, sangrado y/o moco en las heces, fiebre y vómitos, entre otras. Dolores muy fuertes, punzantes, como si fueran puñaladas.

Pueden presentarse también con manifestaciones extraintestinales como inflamación de las articulaciones, problemas en los ojos, piel, hígado, y/o trastornos renales. Todo paciente con estos síntomas, debería consultar a un centro de salud especializado. No es lo mismo tener el abdomen hinchado (con gas) que inflamado (con una de EII).

Es común que la EII se confunda con el síndrome de intestino irritable -también conocido como colon irritable- por ello los pacientes se automedican o reciben tratamientos equivocados que no controlan sus síntomas, sino que los agudizan. Por tener síntomas comunes a patologías digestivas más frecuentes, suelen minimizarse y las alertas suelen saltar cuando la situación reviste gravedad.

En la mayoría de los casos se pasa por períodos de exacerbaciones y remisiones, mientras que solo en pocos casos (5 a 10%) se presenta como un primer brote fulminante, que pone en peligro la vida del y requiere intervención quirúrgica urgente. En estos casos, el pronóstico depende de la gravedad del primer brote, la extensión de la enfermedad y la aparición de complicaciones.

Por el momento no hay cura, pero sí tratamientos que ayudan a reducir la severidad y la duración de los síntomas, mejoran la nutrición y el crecimiento (sobre todo en los chicos) y evitan o retrasan las recaídas.